La artera maniobra urdida en las alcobas de Olivos ha disipado cualquier duda acerca de que conservar el poder a cualquier costo es el único tema que ocupa el cerebro residual del matrimonio gobernante, lo cual no debe causar asombro alguno desde que ambos consortes se han encargado prolijamente de dejar en claro con sus reiteradas torpezas y papelones que la gestión de los negocios públicos excede con largueza su preparación y su capacidad de respuesta intelectual, falencia que obviamente se nota mucho más cuando hay que remar aguas arriba en un río turbulento.
Que los Kirchner se han tomado el país y sus institucionesa a la chacota no es novedad alguna para una gran parte de la sociedad que mira azorada las piruetas con las que pretenden distraer la atención pública de los graves problemas que se extienden diariamente como una mancha de aceite sobre el mapa económico y social de la Argentina.
Por eso a nadie sorprende que los cónyuges festejen con una sorna ponzoñosa el desconcierto que provocó entre las filas de sus contrincantes el anuncio de esta nueva tropelía institucional que se proponen cometer con la complicidad de sus complacientes secuaces parlamentarios y la borocotización de supuestos opositores expertos en justificar sus incalificables claudicaciones frente al poder.
Mas alla de la puerilidad de los argumentos con que por dos picaros sin verguenzas pretenden justificar las artimañas urdidas intramuros de Olivos lo que resulta aterrador es que la sociedad permanezca entre confusa, indiferente y resignada frente a este nuevo estropicio institucional que ataca la base misma de la democracia porque distorsiona el mecanismo que justifica la representación como instrumento del ejercicio de la soberanía popular.
Puesto que ningún partido político podrá hacer sus elecciones internas y consecuentemente sus candidatos surgirán de opacas negociaciones bajo la mesa luego de la previsible feroz trifulca entre los aspirantes a coronar en este río revuelto, si la mañosa maniobra oficial prospera de hecho se habrá dinamitado todo el andamiaje institucional que sostiene el sistema representativo porque cada candidato sólo se representará a sí mismo y no pocos prontuarios quedarán archivados por otros cuatro años.
Lo verdaderamente curioso desde el punto de vista sociológico es que esta sociedad que calla frente a las cabriolas tácticas que dos torpes simuladores ejecutan desde lo más alto del poder reduciendo la voluntad popular y su correlato legal a una entelequia semántica es la misma que luego se desgañita pidiendo que se vayan todos o exigiendo el cadalso para el sistema de listas sábanas.
Al parecer no son muchos los ciudadanos de a pie que advierten que este sorpresivo cambio de reglas es el indicador más fidedigno de la precariedad de un gobierno al que las tribulaciones económicas del mundo sumadas a años de hacer fulbito para la tribuna amenazan propinarle un final anticipado. Este pronóstico nada improbable obviamente fue una de las razones más poderosas para que el engendro viera la luz, ya que en caso de que la señora Fernández tuviera que dejar antes de tiempo su despacho en la Rosada la intemperie hubiera sorprendido a Néstor Kirchner sin fueros y listo para ser paseado por los tribunales explicando como ocurrió la milagrosa multiplicación, no de los panes, sino de su fortuna personal y la de sus amigos y amanuenses.
Con todo, es probable que la luminosa ocurrencia de la pareja siga la marcha sin querellas rumbo a su materialización a menos que la presión social se proyecte sobre los temerosos legisladores para frenarla y que nuevamente la aventura termine en la peor de las pesadillas de los Kirchner: el desempate por Julio Cleto Cobos.