La única verdad

Prestamente, horas después de la muerte de Kirchner, los concejales de Caleta Olivia, Santa Cruz, no tuvieron el menor empacho en cometer una burrada de marca mayor cambiando el nombre de una avenida – que había sido impuesto en homenaje a los mártires del crucero Gral. Belgrano – por el del diputado desaparecido.

Pocos días mas tarde los ediles tuvieron que dar marcha atrás y votar ¡Por unanimidad! la derogación de esa vergonzosa muestra de obsecuencia y reponer el nombre original forzados por la indignación de los ciudadanos de Caleta Olivia expresada en centenares de firmas presentadas en el Concejo, .

La lectura de este hecho, si bien puede ser calificado de menor en el marco de las barbaridades cometidas por los seguidores del occiso después de su partida, es bien clara: una cosa son los dirigentes «avivados», chupamedias y pusilánimes que habitan tanto en el oficialismo como en la oposición y otra la realidad que transcurre en las calles, donde los ciudadanos están empezando a demostrar que existen a pesar del continuo ninguneo a que los somete tanto el gobierno vendiendo mentiras infantiles para justificar sus desmanes institucionales como los opositores enredados en sus peleas de cartel.

La feroz campaña desatada por el aparato oficial, algunos encuestadores en busca de contratos oficiales y cierta prensa seguidista para instalar la idea de que la continuidad de Mrs. Kirchner es lo mejor para el país y está avalada por una amplia mayoría de la opinión pública podría correr en poco tiempo la suerte de esta insensata y ridícula ordenanza que quedará en la historia de Caleta Olivia como exponente del grado de decadencia moral e intelectual que afecta a gran parte de la dirigencia argentina, porque a pesar del opio que baja desde las alturas del poder algún día el pueblo despierta y hace tronar la remanida frase «La única verdad es la realidad»


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