(Por Eloy Soneyra) En la Comunidad Europea la inflación permitida a los países miembros es del 3%, pero entre nosotros el valor 9% no era problemático para la presidente, un poco de inflación era buena para Alfonsín y Ferrer, es problema de ricos y clase media alta para el actual ministro de economía, no es algo a atender para la mayoría de los legisladores, ni necesaria de acotar para la generalidad de los sindicalistas
Tampoco se nota una preocupación general por el empobrecimiento que causa a jubilados, desocupados, pobres e indigentes, olvidando no solo la postulación europea sino que la inflación es un impuesto no votado por los representantes del pueblo como constitucionalmente corresponde – como ya lo advertía Juan de Mariana allá por 1599 – sino que mengua al pueblo de menores recursos el ingreso ganado con su trabajo personal.
Por otra parte los sostenedores de inflación para licuar el déficit presupuestario soslayan que éste actualmente es el resultado de haber incorporado desde el año 2003 unos 230 agentes diarios a la plantilla gubernamental, al mantenimiento de subsidios que no benefician a los sectores de menores recursos, al incremento de billetes en circulación, a gastos gubernamentales superfluos como la contratación de aviones adicionales a la flota presidencial, el uso de estos por personas que no ostentan el título de presidente de la Nación, el déficit de Aerolíneas Argentinas y el futbol «para todos» y por último lo que Juan B. Justo en la página 204 de su libro «Teoría y práctica de la historia» señalaba acerca de que las turbias finanzas públicas para cubrir sus déficit recurren sin empacho a la impresión de papel moneda, creando moneda feble que por ser de menor valor perjudica a los asalariados, situación ésta que además provoca el alejamiento de capitales necesarios para incrementar la creación de riqueza y el crecimiento sostenible.
Recordemos que sucesivos gobiernos que descuidaron todos estos aspectos han quitado trece ceros a los billetes de moneda nacional y curso legal de 1940.