La gran estafa

Ver la cara de Néstor Kirchner en la pantalla de TV con ese rictus amargo de rigor mortis reclamando respeto por las instituciones que se ocupó puntillosamente de denigrar durante su efímero poder fue tan surrealista como escuchar a su felpudo oficial Daniel Scioli hablando de dignidad.

¿A que dignidad se habrá referido Scioli? ¿A la misma dignidad que nunca tuvo para someterse miserablemente a todas las arbitrarias ocurrencias del matrimonio y soportar con una actitud genuflexa las muestras de desprecio que le propinaron en repetidas oportunidades?

¿A la dignidad de respetar a su electorado y asumir el cargo para el que se postuló en lugar de – como dijo la Cámara Electoral – «traicionar la buena fe de sus electores consumando una inaceptable manipulación de las instituciones de la República a la vez que una grave lesión al proyecto de Nación al que todos, electores y candidatos, deben tributar»?

Daniel Scioli

Daniel Scioli es simple y llanamente no sólo un estafador político de cuarta, un caradura oportunista, sino además una persona que mancilló la investidura de su cargo cuando dejó que la señora de Kirchner lo destratara como a un mandalete siendo presidente del Senado, uno que siguió fielmente la recomendación de Solá que para avanzar en política «hay que hacerse el boludo», algo que por cierto no le resulta muy difícil al ex-motonauta..

¿Y éste es el sujeto que muchos medios suponen «presidenciable» o competidor de Reutemann o Macri? Ciertamente con analistas como estos no necesitamos enemigos para hundir a la Argentina. Es desconocer totalmente los mecanismos de funcionamiento del peronismo pensar que algun dirigente de peso le va a atender el teléfono a un «Pirulo» que sin la protección de su padrino va a durar lo mismo que gas en un canasto.

Cuando antes comprenda que su arrastrada aventura en la jungla política terminó junto con las ilusiones dinásticas de sus delirantes corifeos patagónicos y se digne tener un último acto de dignidad – valga la redundancia – renunciando a su «presidencia» virtual más posibilidades tiene de poder seguir en su silloncito de gobernador consumando la gran estafa que perpetró contra millones de bonaerenses escudado en su obsecuencia al aspirante a caudillo que cayó envuelto en llamas el 28-J.

Si los analistas del periodismo de los grandes medios sigue viendo en este sujeto de conducta despreciable un «presidenciable» peronista es que siguen tan cortos de vista como cuando alababan la habilidad de un payuca engreido para «construir poder» en lugar de reclamar las actitudes que tuvieron dirigentes como Lula, Bachelet o Tabaré verdaderos conductores que se dedicaron a gobernar y no a generar negocios para sí y para los amigos practicando mientras tanto fulbito para una tribuna miope que sin duda se merece muchas de las desgracias que todavía aguardan a la vuelta del camino.

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