La pregunta clave de hoy es: ¿Merecen o no los trabajadores argentinos que la viuda y su socio camionero los tomen de estúpidos y se rían de ellos con la elevación del mínimo no imponible del impuesto a la ganancia presentada como una gran concesión del gobierno? La respuesta queda abierta.
En un clarísimo ejemplo accesible a cualquiera con mas de dos dedos de frente Ismael Bermúdez desnuda en Clarin del sábado la grosera mentira oficialista difundida como bombos y platillos como una mejora en el ingreso de los asalariados.
«Para que se convierta en una mejora real la suba del piso salarial de Ganancias debería haber subido más del 25% y además deberían actualizarse las escalas de las Ganancias Netas sobre las que se calculan el impuesto. Esas escalas se mantienen sin cambios desde la reforma de José Luis Machinea, en el año 2000.»
«Tomemos el ejemplo de un trabajador soltero que, luego de los descuentos de jubilación y salud, en 2010 ganaba $ 6.000 . El año pasado le retuvieron por Ganancias $ 1.650, el 2,12% de su ingreso anual.»
«Si en 2010 sigue ganando $ 6.000, pagará menos por Ganancias: $ 255 o el 0,33% del salario, pero en ese caso su salario real habrá sufrido un fuerte deterioro por la inflación.»
«Si obtiene un 20% de aumento, pagará por Ganancias casi lo mismo que en 2010, pero con un salario real más bajo.»
«Y si obtiene un 25% de suba salarial, pagará por Ganancias $ 2.626 anuales, el 2,69% del salario.»
«O sea, más que lo que pagaba en 2010.»
Mientras no se corrija la distorsiva escala de la «tablita» de Machinea (herencia del gobierno delarruista que usa a destajo el kirchnerismo) todos estas supuestas mejoras serán devoradas por la inflación.
Pero por ahora los trabajadores se tragan y celebran la «mejora», ignorantes de estos retorcidos mecanismos que, entre otros, utiliza el oficialismo para crear ilusiones en una sociedad enferma y de corta memoria mientras a través de estos pases mágicos y el impuesto inflacionario se sigue quedando con una parte sustancial del ingreso asalariado que en realidad no debería pagar un peso porque no se trata de «ganancias» sino del producto directo del trabajo personal.
La casi proverbial creatividad de los kirchneristas para engatusar giles ha encontrado así la manera de apropiarse de gran parte de la «plusvalía» del salario y que al mismo tiempo todos los perjudicados se sientan felices, algo que no se le hubiera ocurrido ni siquiera al Gran Houdini.