¿Hasta cuando?

cristinaA veces la atmósfera de estupidez que cubre a la Argentina alcanza una densidad que se hace irrespirable. Quizás ese haya sido el gran logro personal de los esposos Kirchner: contagiarle al conjuntos de la sociedad su propia mediocridad y tontería, a tal punto que a pocos preocupa que la presidente holográfica que supimos conseguir pasee a hijos y entenados en un costoso tour africano a costa de los contribuyentes con la excusa de una «remake» del Tercer Mundo y reparta zonceras y muestras de ignorancia supina a diestra y siniestra mientras el mundo ingresa lentamente en un cono de sombras cuya longitud nadie se atreve a predecir.

Por su parte su consorte no sólo festeja eufórico haber podido consumar el saqueo de los ahorros previsionales sino el haber reducido de cinco a uno la cantidad de los «vivos que administran los fondos previsionales»

Pero a fuer de honestos, es preciso reconocer que esta pesadilla mediocrática que gobierna el país se asienta en la estulticia de un pueblo ventajero y especulador. Los Kirchner nunca hubieran podido cometer los desaguisados que cometieron sin la complicidad expresa o tácita de buena parte de la sociedad.

Como ejemplo baste analizar la brutal transferencia de los recursos previsionales que acaba de perpetrar el matrimonio con el principal objetivo de asegurar la sumisión de gobernadores e intendentes con vistas a las elecciones de 2009.

«El hombre, hasta el más soberbio, /Con más espinas que un tala,/ Aflueja andando en la mala /Y es blando como manteca: /Hasta la hacienda baguala/ Cai al jagüel en la seca». sentencia el sabio Martín Fierro. Pregúntenle a Binner.

En una muestra de egoismo sin límites consintieron este atropello los actuales jubilados especulando con un aumento en sus haberes, los intendentes, gobernadores, legisladores y la población en general bajo la premisa keynesiana: «en el largo plazo todos estaremos muertos» ¿Porqué respetar los fondos de los futuros jubilados si podemos usarlos para pasar la malaria hoy?

Muchos bien intencionados creen que tolerar los estropicios de los Kirchner es defender el sistema democrático, sin medir que cuanto más tiempo pasen en el poder el daño inflingido será cada vez mayor y se proyectará décadas hacia adelante porque el matrimonio es una especie de parásito político cuya característica mas relevante no es su menguada inteligencia sino su alto poder destructivo. O quizás lo piensan pero no les importa, porque ese ya será problema de sus hijos y nietos cuyo futuro están vendiendo con la miserable excusa del respeto a una kakistocracia propia de un país bananero. Cobardes si, pero limpitos.

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