Fujimori II

Esta nota fue publicada en Onda Politica el 03 de octubre de 2003 ¿Será posible que tanta gente se haya dejado engañar por Kirchner durante seis años?

«Existe un notorio contraste entre las actitudes juveniles y parademagógicas de Mr. Kirchner – dirigidas a convencer a la ciudadanía de que él encarna una nueva clase dirigente desprovista de las mañas y berretines aristocráticos de la vieja – y la explícita campaña de «construcción de poder» que ha emprendido hacia el interior de la estructura política buscando colocar una mayoría de simpatizantes en los puestos claves del tablero para asegurarse la aprobación de sus actos y el respaldo a sus iniciativas cualesquiera ellas fueran.

Demás está decir que tal estrategia corresponde a una visión política anticuada y engañosa que poco tiene que ver con el espíritu democrático imbuido de modernidad y desenfado que el presidente pretende transmitir hacia el gran público con buen resultado por cierto.

Por el contrario, con la excusa de afirmar su liderazgo reedita con nueva fachada viejas prácticas dirigenciales autocráticas y facciosas cuya previsible derivación es el desarrollo de círculos áulicos cada vez màs cerrados y futuras turbulencias de impredecible desenlace, ya que se sabe cuando comienza la siembra de vientos pero no cuan grande será la cosecha.

Con la oposición desarticulada, su propio partido profundamente dividido, y una opinión pública ávida de creer en alguien, puede parecer que el campo se le hace orégano al señor Kirchner para refritar la idea del «tercer movimiento histórico» transgeneracional y superador en la que se empantanó Raúl Alfonsín, pero es dudoso que tal nebulosa empresa tenga otro destino que el fracaso que coronó a su predecesor ya que mucha agua ha corrido desde entonces bajo el puente y esa concepción «movimientista» huera de un proyecto nacional consistente con un mundo globalizado resulta una quebradiza cáscara sin posibilidad de consolidación.

Mientras tanto gente que compra livianamente las compadradas del señor Kirchner, grandes medios de prensa que acuciados por sus peripecias financieras lo aplauden zalameramente sin vergüenza alguna y legisladores de blandas rodillas que como decía Lucas Ayarragaray «resistirían una insinuación de Cleopatra pero no se si podrían resistir a una insinuación del presidente» pueden resultar en una riesgosa invitación a nuevos experimentos exóticos de penoso recuerdo y por ende en un cóctel sumamente dañoso para la restauración institucional que se proclama.

Bajo estas circunstancias quizás los ciudadanos, los medios, los legisladores y los gobernadores le podrían prestar a la Patria y al señor Kirchner un buen servicio marcándole con prudencia pero con firmeza los límites de su «estilo» reservando los aplausos para cuando se vean resultados efectivos, duraderos y proyectados en el largo plazo en orden al mandato constitucional de constituir la unión nacional, afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común, promover el bienestar general, y asegurar los beneficios de la libertad, para nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino.»

V. Carbone 03 Oct 2003

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