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La verdad de la milanesa

Como si estuviera compitiendo con su ministro de Economía en un delirante concurso de sandeces la presidente acaba de coronar con el soberano disparate de las «milanesas para todos» la larga lista de deposiciones condimentadas con furcios, necedades y pavadas con que esporádicamente hizo reir (y preocupar) a los sectores más preparados de la sociedad a lo largo de su mandato.

¿Es inagotable la paciencia de la sociedad argentina? La historia dice que no, pero si que tiene una perseverancia increible para persisitir en el error y creer que una presidente que pierde lastimosamente su tiempo haciendo tan ridículas como pueriles recomendaciones por tv – como si los consumidores fueran unos tontos irresponsables lanzados a comprar desenfrenadamente mercaderías que avariciosos comerciantes remarcan inescrupulosamente – puede atender los graves problemas reales que aquejan a la población.

Si bien como sentencia la sabiduría popular, el águila no caza moscas y quien está en las pequeñeces no puede estar en las grandes cosas hay que reconocer que la señora de Kirchner como presidente es buena publicista.

Quizás se equivocó de vocación y debería dedicarse a presidir una asociación de consumidores prestándole de paso al país un señalado favor.
Sin embargo de todo ello la caterva kirhnerista cuenta con que estas deplorables muestras de chatura intelectual pasen de largo en una gran parte de la población tan ocupada en sobrevivir que su interés se agota en saber quien es el próximo ganador de «Bailando» o el campeón de la Copa Libertadores.

Pero mientras tanto el ambiente social se enrarece paulatinamente al ritmo de las torpes iniciativas con que la viuda y su círculo aúlico provocan reacciones imprevistas que van desnudando no sólo la debilidad del gobierno sino su absoluta orfandad de ideas en materias que excedan sus futuras necesidades electorales como la inseguridad, la inflación o el empleo basura.

Por eso, obsesionada con la idea de que la eventual pérdida del poder la encuentre paseando por los pasillos de Comodoro Py y no por las tiendas de la vía Véneto o de la Quinta Avenida como sería su deseo, la señora de Kirchner ordenó a sus cortesanos que resuciten las «listas colectoras» a las que el apoderado del PJ Jorge Landau les administró la extremaunción la noche del 18 de noviembre de 2009.

En la sesión de Diputados en que se aprobó el proyecto oficial luego convertido en la malparida ley 26.571, Landau, eufórico por haber logrado el quórum dijo textualmente «hemos eliminado las listas colectoras y las listas espejo» frase que quedó para la historia registrada en la versión taquigráfica oficial.

Desde luego que esperar que los jueces electorales que fueron complices necesarios en el bochornoso episodio de las listas testimoniales desoigan la orden presidencial y hagan respetar la ley impidiendo las «colectoras» es pura política ficción en un país que sufre tal degradación judicial que un juez de instrucción firma expedientes en el spa Colmegna copa de champagne en mano mientras afuera el país arde.

En efecto, el arresto cinematográfico de Gerónimo Venegas ordenado al juez Oyarbide desde Olivos dejó al descubierto no sólo la imbecilidad de quienes impulsaron la movida sino que a pesar de que un gran sector de la Justicia está subordinado al gobierno el control potencial de calles, vías y caminos está en manos de sindicalistas de un humor ya avinagrado por el avance de causas penales que comprometen a sus caudillos y a su opaco sistema de poder dejando al gobierno un lugar muy parecido al peor de los mundos.

Este paso en falso puso en evidencia que el oficialismo navega en aguas turbulentas sin saber muy bien que rumbo tomar en una nave comandada por una incompetente a la que se le aflojaron los esfínteres mirando por tv como se acercaba a sus pies el abismo de la protesta incontrolable que ella misma había estimulado torpemente.

Como si fuera poco este nuevo papelón ahora el inefable superTimerman se encuentra trabajando a tiempo completo en hacer la gran Galtieri y meternos en una disputa con el país mas poderoso del mundo para seguir distrayendo a los orates masificados de los graves problemas incubados por el difunto Korrea a quien las hordas kirchneristas canonizan simbólicamente en cuanta oportunidad se les presenta aprovechando el uso y abuso de la tv «pública».

Mientras tanto, indiferente a estas minucias la banda sigue asestando zarpazos a los fondos de la ANses y del PAMI para seguir profundizando el «modelo» cuyo eje central consiste en enriquecer a la familia y los amigos a fin de asegurar la holgada supervivencia de por lo menos cinco generaciones de sus descendientes mientras en las provincias del interior mueren famélicos niños que no pudieron enterarse de la existencia del maravilloso mundo que pinta la presidente en sus aburridas peroratas mediáticas por la cadena nacional de radio y televisión.

Como dijo un ex Enron opinando sobre los directivos de la gigantesca firma norteamericana: “…yo no sé por qué querían ser tan ricos. Si la estupidez fuera un delito, nada más que por eso deberían ser condenados…”
Cristina …. ¡Estás nominada!

La inflación ahora se llama «dispersión»

(Por Eloy Soneyra) En la Comunidad Europea la inflación permitida a los países miembros es del 3%, pero entre nosotros el valor 9% no era problemático para la presidente, un poco de inflación era buena para Alfonsín y Ferrer, es problema de ricos y clase media alta para el actual ministro de economía, no es algo a atender para la mayoría de los legisladores, ni necesaria de acotar para la generalidad de los sindicalistas

Tampoco se nota una preocupación general por el empobrecimiento que causa a jubilados, desocupados, pobres e indigentes, olvidando no solo la postulación europea sino que la inflación es un impuesto no votado por los representantes del pueblo como constitucionalmente corresponde – como ya lo advertía Juan de Mariana allá por 1599 – sino que mengua al pueblo de menores recursos el ingreso ganado con su trabajo personal.

Por otra parte los sostenedores de inflación para licuar el déficit presupuestario soslayan que éste actualmente es el resultado de haber incorporado desde el año 2003 unos 230 agentes diarios a la plantilla gubernamental, al mantenimiento de subsidios que no benefician a los sectores de menores recursos, al incremento de billetes en circulación, a gastos gubernamentales superfluos como la contratación de aviones adicionales a la flota presidencial, el uso de estos por personas que no ostentan el título de presidente de la Nación, el déficit de Aerolíneas Argentinas y el futbol «para todos» y por último lo que Juan B. Justo en la página 204 de su libro «Teoría y práctica de la historia» señalaba acerca de que las turbias finanzas públicas para cubrir sus déficit recurren sin empacho a la impresión de papel moneda, creando moneda feble que por ser de menor valor perjudica a los asalariados, situación ésta que además provoca el alejamiento de capitales necesarios para incrementar la creación de riqueza y el crecimiento sostenible.

Recordemos que sucesivos gobiernos que descuidaron todos estos aspectos han quitado trece ceros a los billetes de moneda nacional y curso legal de 1940.

Panem et circenses

Seguramente cuando Décimo Junio Juvenal atacaba a fines del siglo I con la mordacidad vitriólica de sus «Sátiras» la práctica muy común de regalar comida y entretenimiento que habían adoptado los políticos romanos como medio de subir y mantenerse en el poder no habrá imaginado que tanto una como la otra le sobrevivirían por más de veinte siglos.

«… Hace ya mucho tiempo, de cuando no vendiamos nuestro voto a ningún hombre, hemos abandonado nuestros deberes; la gente que alguna vez llevó a cabo comando militar, alta oficina civil, legiones— todo, ahora se limita a sí misma y ansiosamente espera por sólo dos cosas: pan y circo«. Juvenal (92 DC)
¿No le resulta conocido esto?

Siglos más tarde, inspirada quizás en la astucia de Julio César, la caterva franquista puso en marcha durante la dictadura una estrategia dirigida a canalizar las inquietudes sociales que no podían expresarse políticamente, a la cual rápidamente el ingenio popular bautizó como «pan y fútbol», a punto tal que se decía entonces (en voz baja) que la lucha de clases se libraba en los bares discutiendo si el Real Madrid (el equipo rico) le ganaba o no al Atlético de Madrid (el equipo pobre).

Es un poco difícil de creer que gente de pocas lecturas como los esposos Kirchner – que si bien nunca leyeron a Sócrates como lo hizo Menem sólo fue porque no encontraron el libro – hayan abrevado en esas fuentes. Es más probable que simplemente la inagotable creatividad de Julio Grondona haya dado el puntapie inicial para que juglares de cuarta como Aníbal Fernández hayan sacado patente de genio frente a sus patrones bautizando esa costosa barrabasada como «Fútbol para todos».

Y así se llega a esta gris actualidad argentina donde hacer furor la táctica preferida de la decadente clase política romana de hace dos mil años.
Mientras la presidente se ocupa de la primera parte del aforismo juntando con la pala de los DNU fondos públicos para seguir financiando la pobreza general durante la campaña, se hacen cargo de la parte del circo dirigentes como Scioli – a quien José Ingenieros hubiera tomado de modelo para su «Hombre mediocre» – abrazándose con cuanto papanatas iletrado ande dando vueltas en los brazos de una fama deportiva, teatral, musical o cinematográfica con tal de que sea popular y Héctor Timerman y Amado Boudou disparando sandeces y disparates antológicos a repetición como payasos alcoholizados por cuanto micrófono se les pone delante.

Si algún valor tienen estos dos personajes es el de ser los mas representativos de la decadencia general de la sociedad argentina y en particular de la clase política que es su reflejo. Para un país que se tenga un poco de respeto sería una verguenza tener en cualquier cargo menor a un alienado parlanchín como Timerman, pero en la Argentina kirchnerista: ¡Es Canciller!

Hoy por hoy la Argentina tiene el pan de los subsidios que reparte el gobierno y payasos desaforados que han convertido en un circo el ejercicio de la función pública y sin embargo sigue funcionado el truco ¿Nada se ha aprendido en veinte siglos?