Aunque parezca mentira declararle la guerra al grupo Clarín, vengarse de los ruralistas vetando el auxilio financiero, pagarle los sueldos millonarios a jugadores de fútbol con recursos de los pobres y avanzar con la chavización del modelo a través del engendro comunicacional disfrazado de ley han sido las mejores ocurrencias que pudo haber tenido la empresa familiar Kirchner S.A. para acelerar su salida del poder porque un nuevo fracaso de sus pretensiones haría sonar el timbre de salida.
Si bien es cierto que en cualquier país cuyos habitantes tuvieran un mínimo de conciencia de lo que significa ser ciudadano estos movimientos ya hubieran desatado una verdadera tormenta deliberativa preludio de enérgicas acciones sociales no lo es menos que en la Argentina donde millones de habitantes embobados ante el televisor celebran el «fútbol gratis» que les obsequió el gobierno popular a costa del hambre y la enfermedad de cientos de miles de familias marginadas tal posibilidad es una verdadera utopía.
Mucho menos aún se pueden esperar actitudes revolucionarias de empresarios estadodependientes, o de unos dirigentes opositores que duermen la siesta con un loco suelto en la habitación esperando su próxima barrabasada para salir en masa a ladrarle a la luna como toda respuesta y otros que esperan su turno para morder algun trozo de carne que les tire la pareja.
Por eso el último refugio frente a la gravísima situación que representa la «ley mordaza» similar en su intencionalidad a la reforma del Consejo de la Magistratura y pergeñada e impulsada por los discípulos de Goebbels que componen la craneoteca kirchnerista es la justicia, que ha dado muestras en los últimos tiempos de estar sacudiéndose una obligada modorra impuesta por la inescrupulosidad de los komisarios del oficialismo para amenazar la carrera de los jueces al mejor estilo gansteril.
Que tal como está armada la matriz de la ley de medios audiovisuales so color de evitar la monopolización mediática es un retorcido mecanismo destinado a manipular la libertad de expresión es algo tan claro que nadie puede hacerse el distraido y mucho menos quienes como los jueces tienen la sagrada misión de garantizar el cumplimiento del precepto constitucional del art. 32 y las convenciones internacionales con rango constitucional sobre el derecho a la difusión de las ideas aunque los engendros de tiranuelos de aldea vengan dentro de pomposos envoltorios legales emperifollados con engañosos oropeles dialécticos..
Aunque el disciplinado rebaño de ovejas desvergonzadas que sigue siendo la escribanía de Olivos como es de esperar levanten sumisas la mano para consumar esta aberración los magistrados tienen la inexcusable obligación de poner una valla cautelar a la tentativa por lo menos hasta que el tema pueda ser tratado por el Congreso que la ciudadanía eligió el 28 de junio, porque no se está hablando aquí de una cuestión menor, sino de nada menos que de uno de los pilares del sistema democrático que hace la diferencia entre una república y una republiqueta bananera.